17 de septiembre de 2010

Somos el tiempo que nos queda.


Una sonrisa en la penumbra, una mano furtiva, un placer inesperado, un mordisco, un suspiro y un deseo infinito de seguir soñando y haciendo el amor. Después, la noche. Una noche oscura. Una noche profunda. Una noche inmóvil y sólida. Una noche suspendida. Una noche que parece no transcurrir nunca. Dos personas, aunque parezcan solo una.

No hay comentarios:

Publicar un comentario